El cambio sostenible

La última reunión anual del Cercle d’Economia, celebrada esta semana, ha sido una magnífica oportunidad para reunir a empresarios, políticos y representantes de la sociedad civil en torno a una cuestión esencial hoy en día: cómo asegurar el adecuado engranaje entre sociedad, política y economía en tiempos de incertidumbre y cambio permanente.

El avance tecnológico que afrontamos como individuos y como organizaciones está transformando radicalmente nuestra forma de relacionarnos, de consumir, de trabajar y también de competir, con la llegada de nuevos actores disruptivos.

Esta Cuarta Revolución Industrial trae consigo avances y oportunidades para las organizaciones. La tecnología cognitiva, la inteligencia artificial y el análisis de datos (Data&Analytics) permiten aumentar la productividad, reducir los costes, simplificar los procesos y mejorar la experiencia de los usuarios y consumidores. Aunque también conlleva nuevos riesgos, como la necesidad de proteger los datos frente a los ciberataques o hacer un uso responsable de la información.

El nuevo paradigma trae consigo el reto de gestionar el cambio en las organizaciones y atraer nuevos perfiles profesionales, con capacidades diferentes a las que se requerían hasta ahora y más enfocadas al conocimiento, capacidad analítica, visión global, trabajo en equipo y adaptación al cambio.

Todos estos factores llevan a las compañías y administraciones públicas a replantear sus estrategias y realizar un profundo análisis de su situación particular, del entorno en el que se desenvuelven, del espacio que quieren ocupar en el futuro y de su capacidad para innovar y  transformarse.

Sin embargo, como hemos visto estos días en el Cercle d’Economia, las medidas de gestión y estrategia empresarial no pueden plantearse de manera aislada. Resulta necesario entender que la profunda transformación de los negocios debe encuadrarse en un contexto de enormes retos sociales y complejidad. Al impacto de la tecnología, debemos sumar factores de desestabilización que ya conocemos –elevado desempleo, envejecimiento de la población, desigualdad, marco jurídico y regulatorio cambiante, incertidumbre política o tensiones geopolíticas-.

Si la estrategia es esencial, también lo es la forma en que esta se implementa. La responsabilidad y la sostenibilidad deben estar presentes en la ejecución de cualquier plan, en un marco de enorme contestación social y cuestionamiento del valor de empresas e instituciones.

Tras años donde los desequilibrios financieros o macroeconómicos eran el principal quebradero de cabeza de nuestros gobernantes, nos encontramos hoy con un panorama en el que la prioridad debe ser actuar de manera ética y responsable e impulsar un crecimiento económico sostenible.

 

Autor: Hilario Albarracín es presidente de KPMG en España

Fuente: La Vanguardia. Publicado el 28 de mayo de 2017